El sentido del asombro

Bajo la luz de las estrellas y el rumor del mar, Rachel Carson enseñó a su sobrino Roger algo que la ciencia no podía medir: la capacidad de maravillarse ante el latido del mundo. De esas caminatas nació “El sentido del asombro”, como una invitación a recuperar esa mirada infantil que ve lo extraordinario en una gota de rocío o en el canto de un grillo. Carson, bióloga y escritora, creía que el asombro es el primer paso hacia el amor por la naturaleza. Y que el amor, a su vez, es la única semilla verdadera para protegerla.

Antes de que su Primavera silenciosa cambiara la historia ambiental al denunciar los pesticidas, Carson ya escribía sobre el mar y los bosques con una prosa que unía el rigor científico con la poesía. Pero en “El sentido del asombro” late su legado más íntimo y profundo: la certeza de que, para salvar lo que amamos, primero debemos permitir que la belleza nos conmueva. No se trata de clasificar especies, sino de preservar en nosotros esa chispa de curiosidad radical que nos hace sentir parte del misterio.

"Toma tu tiempo para escuchar y hablar sobre las voces de la tierra y lo que quieren decir la majestuosa voz del trueno, los vientos, el sonido de las olas o la corriente de los ríos."

Rachel Carson